El Salar de Surire, situado a 4,250 msnm. en la provincia de Arica y Parinacota, es un tesoro natural de la región andina que enfrenta una grave amenaza. Este ecosistema único, hogar de especies en peligro de extinción y parte integral del equilibrio ecológico del altiplano, está en riesgo debido a la explotación de sus recursos naturales y el cambio climático. La combinación de estas actividades está llevando a un ecocidio que podría tener consecuencias irreversibles.
El Salar de Surire forma parte de una cuenca endorreica de 574 km² y es un área protegida dentro de la Reserva Nacional Las Vicuñas. Además, es Monumento Natural desde el año 1983 y está incorporado en la lista internacional de humedales Ramsar desde el año 1996, lo que significa que es un humedal de importancia internacional según la Convención Ramsar. Este salar no solo es conocido por su belleza escénica, con extensas llanuras salinas y aguas multicolores, sino también por su rica biodiversidad. Las aguas termales del sector sur del salar, originan una laguna de agua dulce en que habitan variadas especies de aves, como las que se asocian exclusivamente a bofedales y vertientes de agua dulce: la Guallata, Pato jergón del norte, Pato juarjual, Tagua gigante y otras. La vegetación de las laderas sustenta interesantes poblaciones de herbívoros mayores, roedores y algunos carnívoros.
Es hogar de los flamencos andinos, la vicuña y el suri o ñandú andino y muchas otras de las cuales están en peligro de extinción. La cuenca Surire alberga un total de 51 especies de aves, en las lagunas del salar y en las vertientes y los bofedales asociados (Garcés, 2011). El Salar cuenta con 8 bofedales que se distribuyen de la manera siguiente: uno al nivel de Polloquere, tres dentro del cono aluvial del Río Surire, uno al nivel de la zona denominada Chulluncallani, uno al nivel de la Quebrada Letrane, uno al Este del retén de carabineros y uno al extremo Sureste del salar. Cabe destacar que los dos bofedales más importantes, Surire y Chulluncallani, están en relación con los acuíferos de los mismos nombres. Es necesario destacar al quirquincho de la puna cuyo único lugar con aparente presencia en Chile sería el Salar de Surire y 9 especies con estados de conservación conocidos, destaca un 30% en peligro de extinción.
El Salar de Surire tiene una importancia cultural significativa para las comunidades indígenas locales, quienes han vivido y trabajado en armonía con este entorno durante siglos. Para ellos, el salar no es solo una fuente de recursos naturales, sino también un lugar sagrado que debe ser protegido.
La Amenaza del Ecocidio: El término ecocidio se refiere a la destrucción masiva de ecosistemas, lo que conlleva la pérdida de biodiversidad y la alteración de procesos ecológicos fundamentales. En el caso del Salar de Surire, el ecocidio se manifiesta a través de varias actividades humanas que están alterando irreversiblemente este frágil entorno.
1. Explotación de Recursos Naturales: La explotación de boro por la empresa Quiborax S.A., que opera desde 1989 (y anteriormente como Compañía Minera Ñandu Ltda.), es una de las principales amenazas. La extracción de ulexita y el uso de agua para estos procesos están afectando negativamente al salar (Garcés, 2020). Por otra parte, existe la amenaza de explotación de litio, que requiere grandes cantidades de agua.
2. Cambio Climático: Las variaciones en las temperaturas y patrones de precipitación están afectando los ecosistemas de alta montaña.
3. Impacto de las Termas de Polloquere: La intervención de las fuentes termales como recurso energético llevó a desastres ecológicos conocidos. La aprobación del Estudio de Impacto Ambiental en 2008 para la exploración y perforación de pozos por parte de Geotérmica del Norte (filial de Enap y Enel) que resultó en un daño muy significativo al ecosistema del salar, que pudo haberse evitado.
Impactos en la Biodiversidad: La biodiversidad del Salar de Surire es crucial para el equilibrio ecológico del altiplano. Los flamencos, que dependen de las lagunas salinas para su alimentación y reproducción, son particularmente vulnerables. La disminución de los niveles de agua y la contaminación de las lagunas por la remoción y extracción de ulexita afectan su hábitat y salud. Un estudio publicado en «Bird Conservation International» menciona cómo las actividades mineras y la extracción en los salares han reducido drásticamente las zonas de alimentación de estas aves, afectando su reproducción y supervivencia. Además, la explotación de boro en altas concentraciones llega a ser tóxica para la vida acuática y terrestre. Según Garcés en sus publicaciones en «Revista Nexo» e «IntechOpen», el boro en altas concentraciones puede alterar los ecosistemas acuáticos y afectar a la fauna local, como los flamencos, que dependen de estos cuerpos de agua para su supervivencia (Gutierrez et al., 2022).
Impactos a las Comunidades Locales: Las comunidades indígenas, que han vivido en armonía con el Salar de Surire durante generaciones, en estas últimas décadas sido su forma de vida amenazadas constantemente. La minería y otras actividades extractivas no solo afectan el medio ambiente, sino también los recursos hídricos de los que dependen estas comunidades para la agricultura y la ganadería. Además, la destrucción del paisaje sagrado tiene un impacto profundo en su identidad cultural y espiritual. La representante de la Comunidad de Surire, Vilma Castro Condore, ha manifestado la necesidad de preservar los humedales y salares como reservas de agua para el futuro. Ha abogado por cambiar la constitución y modificar el código minero, que actualmente coloca los bienes mineros por sobre otras consideraciones.
El Registro del Ecocidio: Documental “Surire”
El documental “Surire”, premiado con el primer Premio Kinêma en 2015, retrata las operaciones extractivas realizadas entre 2008 y 2013 y cómo estas amenazan la biodiversidad del salar. El documental también expone la crisis que experimentan las formas de vida en la zona extractiva, regiones de alta biodiversidad convertidas en espacios de extractivismo y exclusión racial. La película muestra cómo los habitantes humanos y extrahumanos del salar llevan la vida adelante a pesar de la crisis, formando alianzas en los márgenes del llamado «inmundo» (Sebastián Figueroa, 2023).
Daños de la Actividad Minera y la Demanda Legal Contra Quiborax
La actividad minera no solo consume agua, sino que también puede contaminar los acuíferos y alterar los patrones hidrológicos del salar. Esto tiene un impacto devastador en la flora y fauna del lugar y puede llevar a la degradación irreversible de su ecosistema. Según un estudio publicado en la «Journal of Environmental Science and Health», la exposición prolongada al boro en el agua potable puede causar efectos tóxicos que incluyen daño renal, problemas reproductivos y efectos adversos en el desarrollo prenatal. Además, la inhalación de polvo de boro en áreas mineras puede provocar enfermedades respiratorias crónicas y efectos neurológicos a largo plazo, aún si bien se ha demostrado que el boro afecta negativamente la reproducción masculina en animales de laboratorio, no hay evidencia clara de efectos reproductivos masculinos atribuibles al boro (Scialli et al., 2009; Albarracín Franco, et al., 2008).
En virtud de los graves hechos constatados, la SEREMI de Medio Ambiente de Arica y Parinacota, el 12/10/2022, remitió el Ord. MMA XV N° 197/2022, una denuncia a la Superintendencia del Medio Ambiente. El Consejo de Defensa del Estado reúne las pruebas e interpone una demanda por daño ambiental contra Quiborax, argumentando que la empresa ha causado un daño ambiental continuo, acumulativo, permanente e irreparable en el Salar de Surire. La demanda destaca que Quiborax ha explotado los depósitos salinos superficiales del salar sin considerar medidas de mitigación, reparación y compensación idóneas y eficaces que impidan impactos ambientales significativos.
Quiborax S.A., perteneciente a la familia Fosk, opera desde 1989, anteriormente operaba como Compañía Minera Ñandu Ltda., cuyo Gerente General era don David Fux Glikman1, consiguió la autorización para efectuar labores mineras en pertenecías que cubrían “parte” del Salar de Surire. En 1989, el representante de la empresa Quibórax Ltda. era Sr. Leonardo Fosk Abrahamson2, consiguió la autorización para efectuar labores mineras en pertenecías que cubrían “parte” del Salar de Surire, ahora parte del Monumento Nacional. En la primera se estableció que la extracción de ulexita y se debía realizar entre los meses de junio a octubre, además no puede causar deterioro o menoscabo alguno a la Flora y Fauna existente en el Parque Nacional Lauca, lo que no se ha cumplido. En resumen, son dos autorizaciones distintas en tiempos distintos y a dos empresas distintas. La empresa se hizo de las pertenencias mineras en 1978, durante la dictadura, mediante dos decretos que autorizaban las actividades extractivas.
A lo largo de los años, Quiborax ha desarrollado su actividad productiva sin cumplir los deberes de diligencia ambiental propios de la naturaleza de su actividad.
Conclusión
El Salar de Surire es un tesoro natural cuya preservación es fundamental no solo para Chile, sino para el mundo entero. Evitar su ecocidio requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, comunidades locales, científicos y organizaciones ambientalistas. Es urgente implementar medidas de conservación y regulación más estrictas, adoptar políticas para mitigar los efectos del cambio climático y promover la resiliencia de los ecosistemas.
El destino del Salar de Surire está en nuestras manos. Actuar ahora es esencial para asegurar que este ecosistema único y sus habitantes sobrevivan para las futuras generaciones. Solo a través de un compromiso firme y acciones decididas podemos proteger este invaluable patrimonio natural.
Finalmente, no puedo evitar pensar si el modo de operar de Quiborax es muy parecido a SQM, en cómo sus tentáculos se hacen notar, con cómplices del estado, que dejan en indefensión a las comunidades aledañas. Me pregunto si habrá vínculo entre las familias Ponce Lerou y los Fosk?
Por
Dra. Ingrid Garcés Millas
Académica e investigadora
Universidad de Antofagasta
OPSAL
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1 Uno de los dueños de la empresa Promel, creada a fines del `70, responsable de traer a nuestro país los desechos tóxicos de Suecia, quienes se embolsaron nada menos que 1 millón 600 mil dólares por esa labor. Recordemos que solicitaron autorización para desembarcar en Arica químicos varios, entre estos arsénico, mercurio y cadmio, se aseguró que este “no es tóxico” y que, si bien “no se puede ingerir, cualquier persona puede manipularlo. Los habitantes del sector afectados en Arica, les significó muertes, malformaciones y enfermedades -como cáncer, fibromialgia, leucemia, esquizofrenia, autismo y fibrosis pulmonar- sobre todo a los más pequeños, luego de años caminando y jugando sobre esa verdadera bomba de tiempo, sin saber la toxicidad que había bajo sus pies.
2 La familia Fosk, dueños de Quiborax, son los mismos de Promel y Landes.